La carrera de funcionario público es una de las salidas profesionales más valoradas por la estabilidad y seguridad laboral que proporciona, permitiendo hacer planes de futuro y asegurando el puesto de trabajo, pero además permite que tu trabajo diario y toda la aportación y valores añadidos que puedas ofrecer redunden en un beneficio para la gente con la que convives, tus vecinos, la gente más próxima, colaborando en que su interactuación y gestiones administrativas, todos sus actos en relación con la administración, se realicen de la forma conveniente, informando adecuadamente y con corrección, ayudando y eliminando todas las barreras de incomunicación, siendo un servidor público cuyo trabajo se fundamente en la mejora de tu sociedad.
El RD Legislativo 5/2015 de 30 de octubre aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto Básico del Empleado Público, y además del funcionario público o de carrera incluye al personal laboral y a los funcionarios interinos, el personal eventual y el personal directivo, con la diferenciación clara de dos tipos de funcionarios: De carrera e interinos, éstos con carácter provisional carácter provisional.
Qué esperamos de los funcionarios públicos
Cuando acudimos a la famosa ventanilla física, que puede ser de muchas formas, con cristal o sin cristal, con agujero redondo, cuadrado, con abertura, diáfana, en mesa, en mostrador… Lo que buscamos es una persona amable que nos entienda y nos ayude en una gestión administrativa, que nos informe claramente y proponga todas las soluciones posibles, para que sepamos cual será el camino exacto por el que debemos continuar. Entonces, existen unas características de personalidad para los empleados públicos que se deberían considerar a la hora de decidirse a trabajar para el Estado, y deberían evaluarse en los tests o pruebas selectivas. Algunas de las más importantes serían:
-Ser una persona motivadora, tanto para la realización de sus propios objetivos laborales como para ayudar a que los administrados cumplan los objetivos institucionales en tiempo y forma, que será su objetivo prioritario.
-Ser una persona calmada que infunda serenidad, ya que en su trabajo diario se van a dar situaciones críticas de mucho estrés, y debe saber controlarse para no transmitir angustia ni al administrado ni a sus propios compañeros de departamento, liderando la situación y tomando decisiones de manera inteligente.
-Ser dialogante. En el sector público la capacidad de diálogo y consenso es básico, de manera que se puedan desbloquear situaciones enquistadas o “herencias” de situaciones que se han ido pasando de unos departamentos a otros. El buen funcionario no “pasará la pelota” una vez más, sino que tratará de tomar las riendas para darle al asunto por fin una solución consensuada.
-Saber delegar. Un funcionario público no puede abarcar toda la carga de trabajo de un tema que implique a varias personas del departamento, debe saber crear una línea horizontal de trabajo que empodere y motive a su equipo, y que resuelva aspectos relacionados que le descarguen de la carga laboral y el posible estrés asociado.
-Orientación a Resultados. Es la cualidad imprescindible, pues la entidades públicas tienen como finalidad el cumplimiento de unos objetivos concretos que cooperen al desarrollo de los planes y programas generales de esa Administración concreta, y que deben situarse en la meta prioritaria del servidor público.
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