El impacto de la industria de los souvenirs

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Todos los hemos comprado alguna vez: una camiseta con el nombre de una ciudad, una taza con una frase icónica, un imán que decora la nevera o una figura artesanal que prometimos que “sería la última”. Los souvenirs son mucho más que simples objetos: son fragmentos de viaje que trasladan a casa una parte de aquello que vimos, sentimos o vivimos. Pero detrás de esa postal que compramos en cuestión de segundos, existe una industria multimillonaria, compleja, a veces controvertida y profundamente vinculada a la identidad, el turismo y la economía global.

Este reportaje explora cómo los souvenirs han pasado de ser recuerdos personales a convertirse en una de las piezas clave del engranaje turístico mundial, qué historia tienen, qué desafíos enfrentan y cómo, en la era digital, intentan reinventarse para seguir formando parte de nuestras maletas… y de nuestra memoria.

1. Un poco de historia: de reliquias a recuerdos

Aunque el término “souvenir” proviene del verbo francés souvenir (recordar), la costumbre de llevarse a casa un objeto para recordar un viaje es muy anterior.

En la Edad Media, los peregrinos que viajaban a lugares santos como Santiago de Compostela, Roma o Jerusalén solían llevarse pequeñas reliquias, medallas o conchas del Camino como prueba de su devoción y de su hazaña. Estos objetos tenían un valor espiritual, pero también social: mostraban a los demás que habían realizado un viaje importante.

Con el paso de los siglos y el auge del Grand Tour europeo en el siglo XVIII y XIX, las clases acomodadas comenzaron a coleccionar arte, libros y antigüedades durante sus viajes por Europa. Este hábito sentó las bases de la industria de los recuerdos modernos, que comenzó a expandirse masivamente tras la Segunda Guerra Mundial, de la mano del turismo de masas.

Hoy, el souvenir puede ser casi cualquier cosa: desde un imán fabricado en serie hasta un tapiz tejido a mano por un artesano local. Pero todos comparten el mismo objetivo: materializar la experiencia del viaje.

2. Un mercado global de miles de millones

Aunque puede parecer anecdótica, la industria de los souvenirs es una de las más robustas del sector turístico. Según estimaciones del World Travel & Tourism Council y de la UNWTO (Organización Mundial del Turismo), los productos de recuerdo y regalos representan alrededor del 10% del gasto total del turista internacional.

Esto se traduce en miles de millones de euros anuales: solo en Europa, el gasto en souvenirs supera ampliamente los 20.000 millones de euros cada año. Las zonas más turísticas, como Venecia, París o Barcelona, llegan a concentrar decenas de miles de puntos de venta dedicados casi exclusivamente a este tipo de productos.

Detrás de cada llavero que se vende en un mercadillo, hay toda una cadena productiva: fábricas, distribuidores, diseñadores gráficos, comerciantes, transportistas y, en algunos casos, artesanos locales.

3. Tipos de souvenirs: entre la artesanía y la producción en masa

El mundo del souvenir es tan diverso como el propio turismo. Según hemos podido conocer gracias a Photo Original Gifts, fabricantes y distribuidores de souvenirs, Podemos clasificarlo en varias grandes categorías:

  • Souvenirs artesanales: elaborados manualmente, reflejan tradiciones locales (cerámicas, tejidos, joyería, tallas de madera). Suelen tener mayor valor cultural y económico.
  • Souvenirs industriales: producidos en serie, como imanes, camisetas, tazas, llaveros o bolígrafos. Representan la mayor parte del volumen de ventas.
  • Souvenirs gastronómicos: vinos, dulces típicos, aceites o quesos, que permiten “saborear” el destino.
  • Souvenirs personalizados: cada vez más populares gracias a la impresión digital, permiten incluir nombres o fotos propias.
  • Souvenirs de colección: como sellos, monedas conmemorativas o figuras que forman parte de series limitadas.

Cada categoría responde a un tipo de turista: el que quiere algo barato y rápido, el que busca autenticidad o el que quiere regalar algo único.

4. El dilema del precio y el valor

Una de las paradojas más evidentes del souvenir es que, aunque representa algo emocionalmente valioso (el recuerdo del viaje), muchas veces se percibe como un producto barato, incluso “de mal gusto”.

En las grandes ciudades turísticas, la mayoría de los puntos de venta ofrecen productos fabricados en masa, a menudo en otros países. Esto permite precios bajos, pero plantea preguntas: ¿realmente reflejan la cultura local? ¿No se convierten, más que en recuerdos, en simples objetos desechables?

Por otro lado, el souvenir artesanal suele ser más caro, lo que puede alejar a parte del público. Sin embargo, contribuye directamente a mantener tradiciones y a generar empleo local.

5. La importancia del souvenir artesanal: memoria cultural y desarrollo local

En muchos destinos, el souvenir artesanal no es solo un producto turístico: es una herramienta de desarrollo económico y de preservación cultural.

Por ejemplo, las muñecas de trapo en México, los manteles bordados en Madeira o las máscaras africanas no solo atraen a turistas, sino que mantienen vivas técnicas ancestrales y dan trabajo a miles de familias.

Numerosos proyectos de cooperación internacional y ONGs trabajan para reforzar la producción artesanal, garantizar condiciones de trabajo dignas y luchar contra la copia industrial de diseños tradicionales.

“Cada vez más turistas valoran la autenticidad”, explica Clara Rodríguez, antropóloga especializada en turismo cultural. “Quieren saber quién ha hecho ese objeto, cómo y por qué forma parte de la identidad local”.

6. Entre el recuerdo y la controversia

El mundo del souvenir no está exento de controversias:

  • Producción masiva y externalización: muchos productos que dicen “I ❤️ New York” o “Barcelona” están fabricados en países como China o Bangladesh.
  • Impacto ambiental: consumo de plásticos, transporte internacional y residuos generados.
  • Apropiación cultural: uso comercial de símbolos religiosos o tradiciones sin respetar su significado.
  • Comercio informal: venta ambulante sin licencia, que a menudo es la única fuente de ingreso para personas migrantes o en situación precaria.

Estas cuestiones han llevado a algunos destinos a repensar qué tipo de souvenirs quieren fomentar.

7. Ciudades saturadas de recuerdos

En lugares como Venecia, Dubrovnik o Barcelona, la proliferación de tiendas de souvenirs ha cambiado la fisonomía urbana. Calles históricas que antes tenían librerías, ultramarinos o zapaterías han sido reemplazadas por tiendas de recuerdos casi idénticas.

Esto genera tensiones con los vecinos, que pierden comercio de proximidad, y plantea preguntas sobre qué imagen de la ciudad se ofrece al visitante: ¿una ciudad viva o un decorado turístico?

Algunos ayuntamientos han limitado la apertura de nuevos comercios dedicados exclusivamente a souvenirs o han promovido que al menos una parte del stock sea de producción local.

8. Diseño, creatividad y nuevos souvenirs

Frente a la saturación del “imán de nevera”, han surgido propuestas más innovadoras:

  • Diseños inspirados en arte contemporáneo o en reinterpretaciones modernas de símbolos tradicionales.
  • Tiendas de museos que venden productos exclusivos basados en sus colecciones.
  • Talleres que permiten al turista crear su propio souvenir (cerámica, joyería, grabados).

Este giro creativo busca atraer a un turista que ya no quiere solo “comprar”, sino “vivir” y “crear”.

9. El reto de la sostenibilidad

El turismo responsable también ha llegado a los souvenirs. Las tendencias actuales incluyen:

  • Productos elaborados con materiales reciclados o biodegradables.
  • Producción local que reduzca la huella de carbono.
  • Empaques mínimos o reutilizables.
  • Certificaciones de comercio justo.

Estas iniciativas, aún minoritarias, buscan responder a la preocupación creciente de los viajeros por el impacto de sus compras.

10. Souvenirs digitales: ¿pueden sustituir al objeto físico?

En la era digital, el souvenir también ha encontrado nuevas formas:

  • Fotografías o vídeos personalizados.
  • NFTs (activos digitales únicos) de monumentos o paisajes.
  • Aplicaciones que recrean el viaje en realidad aumentada.

Aunque pueden parecer el futuro, los expertos coinciden en que difícilmente sustituirán del todo al objeto tangible, por su componente emocional y sensorial.

11. Psicología del souvenir: ¿por qué compramos recuerdos?

El acto de comprar un souvenir no es solo un gesto económico, sino psicológico:

  • Refuerzo de identidad: muestra que hemos estado en un lugar, que “pertenecemos” de algún modo.
  • Regalo: compartir el viaje con otros.
  • Ancla emocional: cada vez que vemos ese objeto, recordamos momentos vividos.

Estudios en psicología del consumo confirman que, a menudo, compramos souvenirs más por su valor simbólico que por su utilidad.

12. Datos curiosos del negocio de los recuerdos

  • Nueva York vende anualmente más de 10 millones de camisetas “I ❤️ NY”.
  • En París, se venden alrededor de 7 millones de mini torres Eiffel cada año.
  • Los museos del Vaticano obtienen hasta un 20% de sus ingresos totales de la tienda de recuerdos.
  • En algunos destinos, el gasto medio en souvenirs por turista supera los 50 euros.

13. El futuro: del objeto barato al recuerdo con sentido

El futuro de la industria del souvenir parece orientarse hacia productos:

  • Más sostenibles y locales.
  • Más creativos y exclusivos.
  • Más participativos: permitir que el viajero sea parte del proceso.
  • Con historias: explicar quién lo ha hecho y por qué es especial.

En definitiva, pasar del “objeto barato” al “recuerdo con sentido”.

Mucho más que una compra

Los souvenirs son el lado más visible y, a veces, criticado del turismo, pero también reflejan una necesidad humana profunda: fijar la memoria, compartir vivencias y dar forma material a las emociones.

Detrás de cada objeto que viaja de un destino turístico a un hogar, hay historias de personas que los crean, ciudades que intentan gestionar su imagen y millones de turistas que buscan, más allá de la foto, llevarse algo que les ayude a recordar.

Porque al final, como escribió el novelista Anatole France, “toda cosa que poseemos es un recuerdo: de un ser, de un lugar o de un tiempo perdido”.

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