Las redes están llenas de opiniones cruzadas: unos dicen que son inofensivas y otros aseguran que son como fumar dentro del salón.
Entre tanta confusión, lo mejor es entender qué hay detrás de cada tipo de vela, qué materiales usan y cómo puede afectar todo eso a tu salud y a la del ambiente de tu casa.
Lo que realmente contienen las velas aromáticas
Las velas aromáticas pueden ser muy distintas según los ingredientes con los que estén hechas. La mayoría combina tres elementos: cera, fragancia y mecha, y cada uno puede ser natural o sintético. Eso marca la diferencia.
Las velas más comunes se hacen con parafina, un derivado del petróleo. Es barata, fácil de trabajar y permite moldear velas de muchas formas. El problema es que, al quemarse, puede liberar pequeñas partículas y compuestos que no son precisamente buenos para los pulmones. También están las velas de cera de soja, cera de abeja o cera de coco, que provienen de fuentes naturales y se queman de manera más limpia. No son perfectas, pero sí mucho más seguras.
La mecha también influye. Algunas se hacen con núcleos metálicos (plomo, zinc o estaño) para mantenerlas firmes, aunque el plomo está prohibido en la mayoría de países. Aun así, conviene revisar siempre que sean de algodón o madera, sin componentes metálicos.
Hay dos tipos principales
Aceites esenciales naturales y fragancias sintéticas. Los primeros se extraen de plantas y flores; los segundos son mezclas químicas diseñadas para imitar olores. Muchas fragancias artificiales incluyen compuestos que pueden irritar el sistema respiratorio o causar alergias si se usan en espacios cerrados durante mucho tiempo.
Qué pasa cuando una vela se quema dentro de casa
Cuando una vela arde, no solo libera su fragancia; también emite gases y partículas diminutas que flotan en el aire. Las velas de parafina pueden generar compuestos como el benceno o el tolueno, que en grandes cantidades son perjudiciales. No significa que por encender una vela una tarde te vayas a enfermar, pero sí puede ser un problema si las usas a diario en espacios mal ventilados.
Las velas más naturales emiten menos residuos, pero eso no las hace totalmente inocuas. Toda combustión libera partículas finas, y si estás muchas horas expuesto a ellas, podrías notar irritación en los ojos o la garganta. El verdadero riesgo aparece cuando se combinan varios factores: velas de baja calidad, ambientes cerrados y uso frecuente.
Tipos de velas y sus efectos
No todas las velas son igual de seguras. Algunas se fabrican pensando más en el aspecto estético que en tu bienestar. Estos son los tipos más comunes y lo que deberías saber sobre cada uno.
Velas de parafina
Son las más baratas y las que más se encuentran en supermercados. El problema es que, al venir del petróleo, su combustión produce pequeñas cantidades de compuestos tóxicos. Si las usas ocasionalmente y en lugares ventilados, el impacto es mínimo, pero no es lo ideal para uso diario.
Velas de cera de soja
Se elaboran a partir de aceite de soja hidrogenado. Son más sostenibles y su combustión es más limpia. También suelen durar más y desprender mejor el aroma sin necesidad de aditivos.
Velas de cera de abeja
Son de las más seguras y naturales. Tienen un aroma suave, sin necesidad de fragancias añadidas, y su humo es mínimo. La única desventaja es su precio, pero compensan con una combustión lenta y sin residuos dañinos.
Velas de cera de coco
Más nuevas en el mercado, se derriten a menor temperatura, duran bastante y son muy limpias al quemarse. Son una buena alternativa si te preocupa la calidad del aire interior.
Velas con fragancias sintéticas
Aquí es donde hay que tener cuidado. Las fragancias artificiales pueden incluir ftalatos u otros compuestos que, al calentarse, liberan gases irritantes. Algunas marcas ya los evitan, pero no todas lo indican claramente en sus etiquetas.
Cómo reconocer si una vela es tóxica
Hay señales sencillas que puedes observar. Si una vela deja mucho humo negro o una capa de hollín en las paredes o cerca del recipiente, es una mala señal. También si su olor es demasiado fuerte o artificial, incluso antes de encenderla.
Otro indicio es que te provoque molestias: picazón en la nariz, irritación en la garganta o dolor de cabeza después de tenerla encendida un rato.
Tu cuerpo suele avisarte antes de que algo vaya mal.
Fíjate también en las etiquetas. Los productos más seguros suelen indicar claramente el tipo de cera y el origen de las fragancias. Si no especifica nada o usa términos ambiguos como “mezcla especial” o “cera premium”, desconfía. Las marcas transparentes no tienen problema en mostrar su composición.
Qué dice la ciencia
Aunque las velas aromáticas no se consideran un riesgo grave para la mayoría de las personas, algunos estudios han encontrado que el uso constante de velas de parafina en espacios cerrados puede elevar los niveles de ciertos contaminantes del aire interior. No son niveles alarmantes, pero sí suficientes para causar molestias en personas con alergias, asma o problemas respiratorios.
También se ha observado que algunas fragancias sintéticas liberan compuestos orgánicos volátiles (COV) que pueden causar irritación o mareos en exposiciones prolongadas. Por eso, los especialistas recomiendan usar velas de forma moderada, preferir materiales naturales y ventilar bien los espacios después de apagarlas.
Consecuencias para la salud
Usar velas de vez en cuando no te va a causar daño. El problema aparece con la exposición continua y la falta de ventilación. Algunas personas sensibles pueden experimentar síntomas como:
- Dolor de cabeza o mareo.
- Picazón en los ojos o la garganta.
- Congestión nasal o tos leve.
- Irritación de la piel si hay contacto con la cera o el humo.
En casos más extremos (aunque poco comunes), una exposición prolongada a ciertos compuestos puede agravar alergias respiratorias o molestias en personas con asma. Si notas que cada vez que enciendes una vela te cuesta respirar o sientes pesadez, lo mejor es dejar de usarlas un tiempo y ver si los síntomas desaparecen. Eso suele ser suficiente para saber si te están afectando.
Cuando la tradición artesanal marca la diferencia
En Velas Mas Roses, una fábrica artesanal dedicada a la elaboración de velas, explican que uno de los factores más importantes a la hora de evaluar la seguridad de una vela es la calidad de la cera y la pureza de las fragancias.
Según su experiencia, las velas más seguras son las que usan ceras naturales —como la de soja o la de abeja—, mechas de algodón sin núcleo metálico y fragancias sin compuestos sintéticos agresivos.
También mencionan que el proceso artesanal permite controlar mejor la mezcla y evitar aditivos innecesarios, algo que en las producciones industriales suele perderse. Este tipo de enfoque, basado en materiales naturales y procesos simples, es el que deberías buscar si te interesa disfrutar de una vela sin riesgos para tu salud ni para el aire de tu casa.
Qué puedes hacer para reducir los riesgos
No hace falta renunciar por completo a las velas aromáticas. Basta con usarlas con más conciencia y algunos cuidados básicos.
- Ventila siempre el espacio. Abre una ventana antes, durante y después de encenderlas. Así evitas la acumulación de humo y partículas.
- Recorta la mecha antes de cada uso. Una mecha larga genera más humo y residuos. Mantenerla corta ayuda a una combustión más limpia.
- Evita encender varias al mismo tiempo. Puede parecer más acogedor, pero también multiplica los residuos en el aire.
- No las dejes encendidas muchas horas. Lo ideal es apagarlas después de una o dos horas. Además de más seguro, te permitirá que duren más.
- Prefiere envases abiertos. Los recipientes cerrados o con boca estrecha retienen más humo y dificultan una quema uniforme.
Con esas pequeñas medidas, el uso ocasional de velas no representa un problema serio.
Cómo elegir mejor la próxima vez
Cuando vayas a comprar una vela, revisa la etiqueta con calma. Busca las que indiquen claramente:
- Cera 100% natural (soja, abeja, coco).
- Mecha de algodón o madera.
- Fragancias sin ftalatos ni compuestos sintéticos.
- Fabricación artesanal o de pequeña escala.
Evita las que usan genéricos como “mezcla de ceras” o “fragancia exclusiva”. Esas frases suelen esconder componentes que no conviene respirar. Y aunque a veces el precio sea más alto, piensa que lo estás pagando por tu salud y por un ambiente más limpio en casa.
Lo que nadie suele decir sobre el aire de casa
A veces nos preocupamos por la contaminación exterior, pero olvidamos que el aire dentro de casa también puede llenarse de sustancias irritantes. Las velas, los aerosoles, los productos de limpieza y hasta los ambientadores eléctricos contribuyen a eso.
Encender una vela no es un crimen ambiental, pero hacerlo sin cuidado puede sumar a esa carga invisible que respiramos cada día. Por eso, mantener la casa ventilada y usar productos más simples es una de las formas más efectivas de cuidar tu salud sin renunciar a un entorno agradable.
La calma sin riesgos
Encender una vela puede seguir siendo un gesto bonito y relajante, siempre que sepas lo que estás usando.
El problema no es la vela en sí, sino la falta de información. Cuando eliges materiales naturales, ventilas bien el espacio y evitas el exceso, puedes disfrutar del ambiente que te gusta sin poner en juego tu bienestar.

