Por qué debes comer frutos secos en verano.

Comprar frutos secos

Comemos frutos secos en invierno. En fechas señaladas como la Navidad o al final del otoño. Sin embargo, este alimento es idóneo para los meses de verano. Te explicamos el porqué y te sugerimos algunas maneras de utilizarlos y  de comerlos en esta estación.

En Cataluña, para la festividad de todos los santos, el 1 de noviembre, las calles de pueblos y ciudades se llenan de puestos callejeros donde venden castañas asadas. Es la fiesta de la castañera. La gente compra en estos tenderetes cucuruchos de castañas asadas a la brasa, cocinadas en plena calle. En realidad, esta tradición está extendida por toda España. Las castañas ayudan a combatir el frío que ya se nota por esas fechas.

Esos mismos días, en las casas catalanas se hacen unos pastelitos con base de boniato, o patata asada, que contienen almendra y/o piñones. Son los paneyets.

En toda España, en las fiestas de Navidad, las mesas se llenan de platos con frutos secos que complementan los dulces navideños. Se come, sobre todo, nueces. Almendras, avellanas… que el comensal desprende de su cáscara empleando un cascanueces  En algunos pueblos, como en Águilas (Murcia), las mujeres de la casa elaboran dulces caseros como los alfajores, con almendra molida y miel.

Eva, una amiga que tengo en Valencia, me cuenta que ella tiene frutos secos en casa todo el año. No solo en invierno. Son, para ella, un básico de la despensa. Un plato pequeño de frutos secos son el aperitivo perfecto para acompañar una cerveza. Bien sea para agasajar a una visita que viene a casa, o para relajarnos después de un duro día de trabajo. Eva me dice que el mejor lugar para comprar frutos secos son esas tiendas especializadas donde los venden a granel. A menudo suele comprar cacahuetes y pistachos en Frutos secos del Carmen, una tienda de frutos secos abierta en el Barrio del Carmen de Valencia desde 1975 y que ahora también venden online. Este tipo de tiendas seleccionan y tuestan sus propios productos, mimando en todo momento la calidad del producto.

¿Los frutos secos alivian el calor?

Un dato que he leído por internet, y que me ha llamado la atención, es la noticia de que los frutos secos alivian el calor. Si somos rigurosos, esta afirmación no es cierta. Lo que sí sucede es que por su alto valor nutricional y por su capacidad para ir liberando hidratos de carbono de forma lenta y progresiva, si combinamos los frutos secos con alimentos frescos ricos en agua, como frutas de temporada o helados, podemos mantenernos vigorosos, gran parte del día a pesar de las altas temperaturas.

El periódico El Independiente publica un artículo en el que enumera los beneficios de comer frutos secos en verano. Estos son algunos de los más destacados:

  1. Ayudan a hacer la digestión. Por su alto contenido en fibra, los frutos secos facilitan el tránsito intestinal, previniendo el estreñimiento, tan habitual en los meses de verano, debido al cambio en nuestra rutina diaria.
  2. Son ideales para las actividades al aire libre. Una pequeña ración de frutos secos nos aportan la energía necesaria para afrontar las actividades extraordinarias que practicamos en verano, como las caminatas por el campo o las largas jornadas de playa. Podemos tomarlas en un descanso o en un alto en el camino y nos darán ese plus de energía que necesitamos para continuar.
  3. Liberación lenta de hidratos de carbono. Lo hemos mencionado antes. Por sus características, los frutos secos van liberando la energía poco a poco. Lo que nos ayuda a mantener un buen nivel de actividad sin alterar nuestro metabolismo.

Los cacaos del collaret.

Una tradición muy valenciana es la de acompañar una cerveza bien fría con una ración de cacahuetes tostados en su vaina. Estos cacaos, como los llaman los valencianos, son una variedad autóctona de cacahuete, originaria de la zona de Manises, donde el grano del cacahuete se hace visible desde la vaina, como si fueran las cuentas de un collar, Este cacahuete se tuesta con poca sal.

Es habitual tomarlos en el almuerzo valenciano, el “esmorzaret”, una costumbre de los agricultores de la huerta, que indirectamente se ha extendido al resto de la población valenciana.

Los trabajadores del campo en Valencia paran a eso de las 9 o 10 de la mañana y acuden a un bar del municipio cercano para comer un bocadillo acompañado de una cerveza, un plato de olivas y otro de cacaos del collaret. Terminan la parada con un café y una copa,  para después regresar a su puesto de trabajo.

Incorporar estos cacahuetes en el almuerzo no es una casualidad. Se trata de un alimento ligero, fácil de digerir, que libera energía poco a poco, y ayuda a poder afrontar el trabajo duro del campo.

Por su ligereza, estos cacahuetes, bajos en sal, son uno de los complementos perfectos para acompañar una de esas cervezas bien frías que tomamos en las terrazas veraniegas. Si no estás en Madrid, La Mancha o Andalucía, donde las tapas son más elaboradas, un plato de cacaos es el snack ideal para nuestras bebidas refrescantes.

El origen del Ajoblanco.

El ajoblanco cordobés es una sopa fría que se come en verano elaborado con pan, almendras molidas, ajo, agua, aceite de oliva y vinagre. Muchos la consideran como el precedente del gazpacho.

La revista National Geographic señala que existe una controversia respecto a su origen. Algunos historiadores lo cifran hace más de 2.000 años, mientras otros lo sitúan en la época del Al-Ándalus.

Se tiene constancia de que en la antigua Mesopotamia ya se tomaban sopas frías de aceite y vinagre que se comían mojando pan. El cronista romano Marco Gavio Apicio en su libro Re-Conquinaria, escrito en el siglo I después de Cristo, ya menciona algunas recetas donde el pan se mojaba en vinagre y se acompañaba con almendras. Algunas de estas recetas eran originarias de Hispania, como la  “sala cattabia”.

En aquella época, el almendro no era un árbol habitual en la península ibérica, por lo que el consumo de comidas con almendras era exclusivo para las clases más adineradas. Era una “Delicatessen”.

Son los árabes los que extienden el cultivo del almendro, principalmente por la mitad sur del país, y convierten a la almendra cruda en un ingrediente básico en la gastronomía medieval.

Comarcas como la actual Axarquía malagueña, especializada hoy en el cultivo de aguacates y otros árboles tropicales, eran famosas en la edad media por su producción de almendra. Es en esta comarca donde se supone que nació el ajoblanco que se come en la actualidad.

Sopas frías como el gazpacho o el salmorejo no se pueden desarrollar hasta que Colón no descubre América, y trae hasta España la planta del tomate. Se supone que, de hecho, el gazpacho andaluz y el salmorejo cordobés son una evolución del ajoblanco andalusí. Ya que se sustituye el empleo de la almendra molida por el tomate triturado y otras verduras frescas.

A pesar de esa evolución, el ajoblanco ha pervivido hasta nuestros días y es una forma refrescante y nutritiva de consumir almendras en verano.

Incorporar frutos secos a las ensaladas.     

Integrar los frutos secos en las ensaladas, como un ingrediente más, es una forma interesante de comer frutos secos en los meses de calor. Con este gesto, creamos ensaladas originales, diferentes, con un alto valor nutritivo.

De estas ensaladas, una de las más conocidas es la de queso de cabra con nueces. En esta ensalada se utilizan nueces peladas, enteras o troceadas, y queso tierno de cabra, que se corta en dados. Se integra todo ello en una mezcla de verduras en hojas (como puede ser canónigos o escarola) y se le añaden picatostes de pan frito. Para aderezarlo podemos usar aceite de oliva virgen, sal y vinagre de Módena, o elaborar una vinagreta a la que estos cuatro ingredientes le añadiremos miel y pimienta al gusto.

Una ensalada curiosa es la ensalada rosa con aliño de yogur y pistacho. Para este plato emplearemos una base de lechuga, rábanos, remolacha y aguacate maduro, convenientemente troceado y lo aderezaremos con una salsa que haremos en frío, mezclando un yogur natural sin azúcar con 50 gramos de pistachos pelados, un chorro generoso de aceite de oliva virgen, sal y pimienta molida. En esta ensalada, el sabor picante de los rábanos y de la remolacha, se suaviza con la cremosidad del aguacate y la suavidad de la salsa de yogur. Añadiéndole el sutil crujiente del pistacho.

Una manera diferente de comer frutos secos en la ensalada es mezclándolos con fruta. En este sentido, una ensalada sabrosa y original es la ensalada de lechuga, manzana y frutos secos. Aquí, sobre un lecho de lechuga troceada, añadiremos dados de manzana (pelada y cortada), frutos secos como nueces, piñones y pistachos, y uvas pasas, sin olvidarnos antes de mezclar todo el acompañamiento con una cucharada de mahonesa o de salsa de yogur.

Como ves, existen diferentes opciones para comer frutos secos en verano. Si logramos incorporarlos en nuestra dieta diaria, al menos dos o tres veces por semana, nuestra salud nos lo agradecerá.

 

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